China mantiene en vilo a toda la economía mundial
El gran país asiático se enfrenta a una bancarrota en la sombra fruto del incesante aumento del crédito de la banca, controlada por el Estado.
Tan solo han pasado unos años desde la última crisis financiera que golpeó a todo el mundo. Sin embargo muchos economistas y expertos financieros vuelven a ver un inminente derrumbe de la economía global que podría significar la desaparición del sistema financiero tal y como lo conocemos ahora.
El colapso económico que se aproximaría sería consecuencia, entre otros factores, de las dificultades en las que se encuentra la economía China, con una situación de menor liquidez en el mercado, caída en sus exportaciones y el temor de los inversores a que el gobierno chino no pueda solucionar el problema de la desaceleración.
Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística de China el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en el país es de un 6,8% en el tercer trimestre del año. Un ritmo de expansión que representa una leve desaceleración respecto del 6,9% registrado en los dos trimestres anteriores y bastante por debajo del 8,7% de 2009 en plena crisis financiera de la que Pekín salió airoso.
Pero el problema del país asiático va más allá de una simple desaceleración económica. En su afán por proteger al yuan, se han estado aplicando estímulos que no están siendo dirigidos al consumidor. Esto provocaría, según estimaciones de los observadores, un crecimiento de entre el 4%-5%, un escenario que podría sumergir al mundo en una recesión global.
Otro factor clave es la inmensa deuda que las empresas chinas han ido acumulando en los últimos años. Entre 2008 y 2016 la deuda corporativa y de las familias con el sistema bancario chino pasó del 148,3% al 248,6% del PIB. Esta deuda del sector privado en China ya ha superado la de EE.UU., según los analistas, lo que despierta el temor a que se esté generando el mismo proceso de endeudamiento que llevó a la crisis financiera mundial de 2008-09.
La deuda coincide también con una caída de la tasa de las ganancias de las empresas, un deterioro de la calificación crediticia corporativa y una caída de la eficiencia de la inversión.
¿Nos dirigimos hacia una tercera ola de recesión económica mundial?
En China parece estar ya todo fuera de control. Aunque el Gobierno está vendiendo reservas para proteger al Yuan y a su economía, lo que demostraría que el problema es más grave de lo que se pensaba y podría reafirmar la teoría de la aproximación del colapso económico mundial.
Además, a lo largo de los dos últimos años, la desconfianza de los mercados se ha visto reflejada en históricas caídas de las Bolsas chinas y una salida de capitales que rondó el billón de dólares en los años 2015 y 2016. Desconfianza que hemos visto también en inversores de todo el mundo ante eventos de gran impacto global como las votaciones del Brexit en Reino Unido y la elección de Donald Trump como el 45º presidente de los Estados Unidos.
La situación podría agravarse aún más con una posible sanción de EE.UU. a empresas chinas, que también quiere congelar sus activos en el exterior y prohibir el ingreso de algunos empresarios al país norteamericano en represalia al presunto espionaje de los chinos a EE.UU.
La gran pregunta ahora es si será posible frenar esta bomba de relojería que amenaza la economía local china y, por consiguiente, la economía mundial en su conjunto.
En la medida en que el Estado controla el crédito, China ha podido sostener una fuerte progresión del PIB hasta ahora. Pero si el crédito continúa incrementándose en las actuales tasas y no se introducen las correcciones que demandan los desequilibrios actuales, la crisis de la deuda seguirá disparándose. Ante cualquier recesión en regla, fruto de estas correcciones, se desataría un colapso económico global sin precedentes.
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