¿Es el boxeo un deporte peligroso? Desmontando los mitos sobre esta disciplina deportiva
No podemos negarlo, cada vez que alguien nos menciona la palabra “boxeo” indudablemente se nos vienen a la cabeza imágenes de puñetazos, sangre y hombres completamente KO en el suelo de un ring. No es nada extraño, sobre todo si tenemos en cuenta que eso es lo que se nos ha mostrado durante años en películas, series y en los medios de comunicación. De hecho, en España esta disciplina deportiva fue tabú durante décadas, existiendo incluso periódicos de tirada nacional que se negaron a informar sobre cualquier noticia relacionada con el boxeo a no ser que éstas sirvieran para mostrar el sórdido mundo que lo rodeaba.
Hubo que esperar hasta finales de los 80 para que el pugilismo comenzase a ganar popularidad en nuestro país. A día de hoy se trata de un deporte que mueve a cientos de seguidores, y los grandes combates, como el próximo que tendrá lugar entre Tyson Fury y Tom Schwarz, no solo generan expectación a nivel televisivo sino que también participan del sector de las apuestas online, al igual que las disciplinas con mayor número de seguidores, como el fútbol y el baloncesto. No obstante, y a pesar de que cada vez son más los que se decantan por esta práctica, el concepto que gran parte de la sociedad tiene sobre el boxeo sigue siendo el de que es un deporte demasiado violento y peligroso. Pero, ¿realmente lo es?
La respuesta adecuada a esta pregunta no es un no rotundo, sino un “no más que cualquier otro deporte de contacto”. Incluso podríamos llegar a extenderlo a cualquier deporte. Generalmente tendemos a pensar que como el boxeo se basa entre la lucha directa entre dos individuos es mucho más peligroso y violento que otras disciplinas como el fútbol, el rugby, el fútbol americano o el baloncesto. No obstante, en todos estos deportes existe un riesgo inherente a su práctica; es más, diversos estudios han revelado que los jugadores de la NFL sufren diversas patalogías graves derivadas de esta actividad. Mismo ejemplo habría que aplicar a la esgrima, el sumo o el karate, todos ellos deportes de contacto al igual que el boxeo pero con mejor consideración.
Por tanto, el boxeo no es más peligroso que otras disciplinas deportivas. Además, en la actualidad, el modo de entrenamiento ha cambiado para hacerlo accesible a todas las edades. De esta forma, ya no se trata simplemente de participar en sparrings, sino que la formación es tanto física como técnica, pasando por un calentamiento previo muy intenso que incluye carreras, salto a la comba, TRX, sentadillas o burpees.
Otro de los grandes mitos del boxeo es que es un deporte enfocado a las clases sociales más bajas. Si bien en su origen esta afirmación sí es real, ya que el boxeo sirvió como punto de encuentro para jóvenes sin recursos, hoy en día está más que superada. El boxeo se ha convertido en las últimas décadas en un deporte para todos y todas, y su práctica se extiende desde los centros de los barrios más humildes a los gimnasios más exclusivos de las zonas más pudientes de la ciudad.
Por otra parte, también hay quien afirma que no puede considerarse al boxeo como un deporte alegando que su único objetivo es el de hacer daño al contrincante. Por suerte, este debate también está más que superado. Es más, el boxeo está considerado como uno de los deportes más antiguos del mundo, siendo practicado por egipcios, sumerios, romanos o griegos, y en 1904 pasó a formar parte de los Juegos Olímpicos.
A todos estos mitos debemos sumarle uno más: el boxeo es un deporte para hombres. Nada más lejos de la realidad. Tradicionalmente, al igual que otras disciplinas como el fútbol, el boxeo se ha asociado con una participación predominantemente masculina, pero gracias al avance social en la actualidad es un deporte que cuenta con grandes representantes femeninas. Un ejemplo de ello lo encontramos en la madrileña Joana Pastrana, que recientemente se ha coronado como tricampeona mundial de esa disciplina.
Si a pesar de todos estos datos todavía seguís teniendo ciertas reticencias hacia el boxeo, os dejamos un par más: su práctica mejora la concentración, la coordinación del cuerpo, ayuda a tonificar el tren inferior y superior, incrementa la fuerza y la potencia, y reduce la fatiga. Además, en única sesión se pueden llegar a perder hasta 1.000 kilocalorías.