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Crowdfunding y Economía Colaborativa: ¿Futuros Aliados del Capitalismo Salvaje?

Crowdfunding y Economía Colaborativa: ¿Futuros Aliados del Capitalismo Salvaje?

Emprendimiento, “sharing economy”, startups, crowdlending… Toda una ristra de términos nuevos y renovados acecha ante el umbral para el que quiera comprender la economía de un siglo XXI al que le ha tocado la misión de superar las crisis financieras por el lado de la oferta. Las crisis bancarias y la escasez de crédito (en todos los sentidos), el persistente paro, la explotación de los trabajadores (a tiempo completo y parcial) y, sobre todo, la valentía, la creatividad y las ganas de muchos ciudadanos de hacer algo con su formación y con sus recursos han puesto en marcha un sinfín de proyectos empresariales que recurren a nuevas formas de negocio y, sobre todo, de financiación. El crowdfunding, por ejemplo, se ha convertido en el comienzo de un proceso de democratización de la finanza al que no se conoce todavía alcance máximo. Pero no todo son aspectos positivos o loables en estas esperanzas blancas: algunos analistas advierten de que esta revolución solidaria puede tener un lado bastante más oscuro de lo que parece: la imposibilidad de ponerle puertas al campo provocada por la revolución digital ha creado vehículos económicos de difícil regulación que pueden dar lugar a modelos de explotación y de concentración empresarial aún peores que los actuales. ¿Engendrarán los hijos de la revolución digital a los nuevos Donald Trump del futuro?

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El crowdfunding, por ejemplo, se ha convertido en el comienzo de un proceso de democratización de la finanza al que no se conoce todavía alcance máximo.

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Desde esta semana, CrowdEmprende pregunta por estos temas a destacados economistas y expertos cercanos o miembros de los distintos partidos políticos españoles. Para esta ocasión, conversamos con Enrique Benítez Palma. Economista de formación, Benítez ha sido diputado autonómico andaluz por el PSOE, primer director del antiguo Centro Andaluz de Emprendedores (CADE), Delegado de Obras Públicas y ahora Consejero de la Cámara de Cuentas de la Junta de Andalucía. Como su perfil hace intuir, este economista está más que al día de las nuevas fórmulas colaborativas y financieras, pero no deja de advertirnos de que los nuevos modelos deben convivir con las ventajas de los anteriores: la regulación es fundamental para garantizar la eficiencia y la funcionalidad de unas formas económicas que aún no han terminado todavía de gestarse y que generan muchas externalidades negativas.

Sobre el emprendimiento, que no es precisamente el hijo pequeño de la ministra Fátima Báñez, Benítez lanza la primera advertencia, esta, de dominio común: “Esto no es nuevo (…) hace quince años que se habla de este tema y se llevan a cabo políticas públicas para favorecer el emprendimiento. Tenemos que distinguir entre dos perfiles: el emprendedor de oportunidad y el de necesidad: hoy hay muchos más emprendedores por necesidad que por oportunidad, como el caso de mujeres mayores para las que es muy difícil volver al mercado de trabajo. Una buena política ha de facilitar la creación de empresas pero también debe evitar dejarse llevar por el entusiasmo de que todo el mundo emprende por vocación”.

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Enrique Benitez Palma Consejero de la Cámara de Cuentas de la Junta de Andalucía

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Tenemos que distinguir entre dos perfiles: el emprendedor de oportunidad y el de necesidad: hoy hay muchos más emprendedores por necesidad que por oportunidad.

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No nos hagamos ilusiones: el trabajo para toda la vida está muerto. El modelo antiguo agoniza mientras los trabajadores tienen que optar por modelos como el del emprendimiento como alternativa obligatoria: “Está claro que el avance tecnológico y la competitividad mundial han acabado con el mercado laboral tal y como lo entendemos”.

Una situación que tiene causas tanto económicas como políticas y que está viviendo esta respuesta ciudadana en forma de iniciativas empresariales de fuerte contenido tecnológico que, en ocasiones, parecen estar desafiando al propio modelo capitalista, como puede leerse en el ensayo “Postcapitalism”, de Paul Mason. Aquí es donde Benítez –que excluye la polémica iniciativa Uber de la etiqueta de “sharing economy”- produce su aportación más crítica para quienes ya hayan lanzado las campanas al vuelo: “Mi posición es de simpatía hacia la economía colaborativa; nosotros somos usuarios de economía colaborativa, con AirBnB y BlaBlaCar, como ejemplos. Pero cuidado: determinados posicionamientos ideológicos, sobre todo desde la izquierda más ‘izquierda’, expresan mucha simpatía hacia lo que llaman economía solidaria o de ciudadanía. Este tipo de economía tiene una consecuencia: supone de hecho una liberalización de la actividad económica en la que los ciudadanos participan con una marcada desigualdad con respecto a unas empresas que se llevan mucho dinero. Hay una participación muy desigual entre ciudadanos y empresas y, por tanto, un escalón que tiene que ser resuelto de alguna manera. No olvidemos la naturaleza del capitalismo: se puede producir una fuerte concentración entre dos o tres grandes empresas.”

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No todos son luces rojas. Benítez muestra un amplio conocimiento del fenómeno del crowdfunding y subraya la ansiedad gubernamental por regularlo dadas las alarmas iniciales de los bancos: no por casualidad, muchos de los ministros y altos cargos del PP vienen del BBVA, Popular, Santander, Lehman Brothers, Nomura y otras entidades financieras que poseen la gran parte del pastel del dinero: “El crowdfunding está dando la oportunidad a mucha gente de conseguir financiación sin tener grandes garantías. Este se ha centrado en actividades culturales principalmente. De aquí podemos salir todos ganando. Y no es una amenaza para la banca de ninguna manera. La regulación actual ha sido muy restrictiva, así que habrá que ver los programas electorales para finales de este año. Pero defiendo que hace falta una regulación para que no haya una jungla perjudicial para todo el mundo. Y que se favorezca más la competencia: con más de cuatro millones de parados, es muy evidente que hay que facilitar el autoempleo como salida como una opción real para que muchas personas puedan tener trabajo”.

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Auto emplearse con la ayuda de préstamos de la banca actual es casi imposible. Es el capital riesgo el que está produciendo resultados significativos.

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Pero auto emplearse con la ayuda de préstamos de la banca actual es casi imposible: “Tiene que tener una política de financiación del emprendimiento; emprender requiere un mínimo capital así que hay que procurar más mecanismos de financiación, porque se sigue prestando caro y exigiendo garantías de carácter real, como inmuebles”. Descartada para muchos la banca pública, es el capital riesgo el que está produciendo resultados significativos en la forma de iniciativas que utilizan el I + D como principal valor añadido. Pero el crowdfunding sigue ahí, como el germen de una forma de finanza colaborativa que no obstante tendrá que someterse a la prueba de una regulación justa para encontrar un marco de existencia algo más estable.

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¿Qué relevancia le espera al crowdfunding en la política, como forma alternativa para financiar a los candidatos a representarnos? Partidos como Ciudadanos, UPyD y, sobre todo, como Podemos, han hecho suyas las virtudes de esta forma de acumulación de recursos económicos para hacer frente a los dos grandes elefantes del bipartidismo. ¿Podríamos creer en esta y otras formas como el fin de la financiación pública de la política española? Es en este punto donde la entrevista se pone más interesante aún, pues Benítez –que por si acaso nos recuerda el éxito de Obama al financiarse en gran parte con contribuciones de pequeños donantes, como ahora hace Bernie Sanders- nos llama a la cautela ante una cierta ilusión de democratización política por esta vía: “Los partidos políticos se financian con las cuotas de los afiliados y con la financiación pública. En todos los países occidentales y en los más avanzados hay una financiación pública, eso es incuestionable. La democracia hay que financiarla. Si no, se puede caer en lo de EEUU, en el caso de Donald Trump. (…) El mal uso de los grandes partidos no inhabilita la democracia de partidos. Que los emergentes recurran a crowdfunding me parece bien pero no debemos cuestionar la esencia de la democracia. (…) Creo que hay que tener cuidado porque con el deseo de ser muy innovadores estamos siendo muy reaccionarios. A la hora de la verdad, si la competencia no se garantiza con unos topes, el que tiene más dinero tiene más oportunidades. Eso es intrínsecamente antidemocrático”.

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Un filósofo muy de moda, Byung Chul Han, definió la economía colaborativa como la ‘mercantilización del comunismo’.

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No obstante, hay muchas esperanzas puestas en estas nuevas formas: “Ahora mismo soy optimista con el crowdfunding. Por ejemplo, hace poco se planteó en España Kickstarter y es muy buena noticia. Kickstarter ha apoyado proyectos muy interesantes en los EEUU, y gente que tiene muy buenas ideas que se ha tenido que ir de España y ahora me parece que esta diversificación va a ser positiva”.

Observar, estudiar y, sobre todo, ser crítico. Es una prueba de madurez: lo novedoso no es bueno por sí mismo. Y esta crítica se amplía a la idea de economía colaborativa en su conjunto: “Un filósofo muy de moda, Byung Chul Han, definió la economía colaborativa como la ‘mercantilización del comunismo’: lo que antes se ponía en común, como compartir una casa, ahora se encuentra dentro del mercado. Esto es economía capitalista, que no se nos olvide. Tenemos que analizar todos estos fenómenos dentro de la lógica económica tradicional. Hay que tener una posición ante la economía digital. Pero tiene que ser una posición rigurosa y basada en el estudio, no solo porque nos beneficie va a ser buena. Tienen efectos secundarios sobre el sistema en su conjunto que tenemos que considerar”. El crowdfunding tiene futuro, pero lo tendrá más si los emprendedores aprendemos a leer más entre líneas. A seguir trabajando.

Imágenes / Pixabay y Ebenitez.es

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